"En todas las casas reales tenían hechos jardines y huertos, donde el Inca se recreaba. Plantaban en ellos todos los árboles hermosos y vistosos, posturas de flores y plantas olorosas y hermosas que en el reino había, a cuya semejanza contrahacían de oro y plata muchos árboles y otras matas menores, al natural, con sus hojas, flores y frutas: unas que empezaban a brotar, otras a media sazonar, otras del todo perfeccionadas en su tamaño. Entre estas y otras grandezas hacían maizales, contrahechos al natural con sus hojas, mazorcas y caña, con sus raíces y flor. Y los cabellos que echa la mazorca eran de oro, y todo lo demás de plata, soldado lo uno con lo otro. También había animales chicos y grandes, contrahechos y vaciados de oro y plata, como eran conejos, ratones, lagartijas, culebras, mariposas, zorras, gatos monteses, que domésticos no los tuvieron. Había pájaros de todas suertes, unos puestos por los árboles, como que cantaban, otros como que estaban volando y chupando la miel de las flores. Había venados y gamos, leones y tigres y todos los demás animales y aves que en la tierra se criaban, cada cosa puesta en su lugar, como mejor contrahiciese a lo natural. Entre otras grandezas, tenían montones y rimeros de rajas de leña, contrahechos al natural, de oro y plata".
Inca Garcilaso de la Vega
(1539 - 1616)
Comentarios Reales de los Incas